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Foto del escritorPatricia Pérez Fernández

Mi hijo no entiende que "NO es NO"



Es muy posible que nos encontremos ante la pregunta más frecuente en los padres. ¿A qué se debe la negación recurrente de mi hijo? ¿Por qué no obedece si por edad ya debería comprender las órdenes? ¿Le castigo o lo corregirá con el tiempo? ¿Cuánta culpa tengo en lo que está pasando?


A partir de los dos primeros años el niño empieza a forjar su personalidad, aquello que le identifica, le define y le hace único. A lo largo de este proceso toman conciencia de sí mismos y crean su identidad. Y aunque esto se desarrolle a lo largo de toda la vida, los puntos clave son la infancia y la adolescencia.


Es importante tener en cuenta que la personalidad es resultado de factores genéticos y ambientales. En éstos, la educación y por tanto el papel de sus adultos de referencia son fundamentales. Si tenemos en casa un niño con conductas inadecuadas que no podemos controlar, sabemos que una parte de esas conductas son consecuencia de algo intrínseco a él, sin embargo el poder cambiarlo está en manos del entorno cercano.


Pero, ¿por qué es importante un buen desarrollo de la personalidad de los niños? Ellos forjan su personalidad con la imagen que los demás tienen de él, las ideas que él tiene de sí mismo y las interpretaciones que hace de lo que opinan los demás. Si todo lo anterior es positivo, es más fácil que el niño adquiera una mayor capacidad para desenvolverse, lo que se traduce en mayor bienestar.



¿Qué NO debo hacer como padre?

#1.- Ser un mal ejemplo: la influencia de los padres en la educación es fundamental, pero eso puede convertirse en un arma de doble filo ya que somos ejemplo a seguir tanto en lo bueno como en lo malo. Por tanto, no podemos pedir que no griten, que respeten o que compartan si no lo hacemos nosotros.


#2.-Sobreproteger a los hijos: si nos centramos en evitar que nuestros hijos se caigan o se frustren, lo único que estamos haciendo es potenciar que no desarrollen habilidades para resolver sus problemas.


#3.-Establecer mal los límites: sin duda este es el punto más importante y el error más común de los padres. Es necesario que los niños tengan claro quién manda, la autoridad la tienen los padres y por tanto las decisiones son suyas. Tan negativo es poner pocos límites como pasarse de exigencia.


#4.-Gritar a los niños: levantar la voz con los niños no es un método nada eficaz porque puede generar que los niños se acostumbren a los gritos y no solo no surtan efecto, sino que lo asuman como forma de actuación normal.


#5.-Castigar mal: los castigos tienen que ser proporcionadoscercanos en el tiempo y tienen que cumplirse. Es fundamental el acuerdo por parte de los dos padres, si el niño recibe mensajes contradictorios de nuevo la conclusión que saca es que el que manda es él. (No vale el "no sales en un mes", no vale castigar con algo para lo que quedan 3 semanas, no vale levantar los castigos).


#6.-Negatividad: es importante hacer un esfuerzo para utilizar menos el NO y aprender a dialogar con el niño. Debemos cuidar que no le lleguen solo mensajes negativos porque eso podría mermar su autoestima.


#7.-No escuchar a los hijos: los niños necesitan ser escuchados para sentirse comprendidos. Es fundamental hacerles ver que su opinión es importante y que puedan desahogarse sabiendo que nos importa lo que ellos piensen.


#8.-Falta de acuerdo en los padres: si los modelos de educación de los padres son diferentes no podemos culpar al niño de que no haga lo esperado, ya que le llegan mensajes contradictorios sobre lo que es bueno o malo o sobre la forma correcta de hacer las cosas. Además esto puede llevar a clasificar a los padres como autoridad principal y secundaria, creándose un nuevo problema.


#9.-Fomentar el consumismo: hay que enseñar a los niños a luchar por lo que quieren, el llenarles de premios sin merecimiento solo crea un niño egoísta y caprichoso que cada vez quiere más y más y que no sabe que son sus acciones las que tienen consecuencias.


#10.-Olvidar qué es ser niño: todo esto tenemos que tratarlo teniendo en cuenta que el entendimiento del niño no es el nuestro, que lo normal es que un niño se equivoque y que la conducta del niño nunca va a ser, ni tampoco debería, adulta.



¿Qué puede ayudar a que la situación mejore?

  • Prestar atención a la imagen que le devolvemos: si él ve que su conducta no nos ha gustado y no ha obtenido ninguna respuesta positiva con el tiempo dejará de hacerla. Sin embargo, si de una conducta el niño obtiene un refuerzo esa conducta se potenciará y repetirá. Esto puede jugar en nuestra contra, ya que si reforzamos algo positivo conseguiremos que repita algo bueno; pero si reímos una gracia también potenciaremos esa conducta.

  • Evitar etiquetas y juicios: hay que tener especial cuidado con las críticas que hacemos a los niños. Si se clasifica al niño como el malo, el gracioso o el tonto, él se terminará creyendo ese papel y se verá obligado a actuar conforme a su etiqueta.

  • Estar atentos a las interpretaciones del niño: hablar con él y explicarle claramente lo que sucede, no dejar que él saque sus conclusiones porque posiblemente sean falsas.

  • Fortalecer su autoestima: los niños hacen cosas bien y cosas mal pero tenemos que cuidar su autoestima. Esto no significa no regañar sino hacerlo de una forma adecuada. No sólo decirle que se ha portado mal sino concretarle por qué y cuál habría sido la forma correcta de actuación.

En ocasiones, aplicar los cambios propuestos no es suficiente porque la situación está avanzada o porque es necesario una explicación más detallada de las pautas a seguir. Si crees que necesitas los consejos y el apoyo de un profesional no dudes en ponerte en contacto con nosotros, desde Dondolo Psicología podemos ayudarte.  


Patricia Pérez Fernández 

Psicóloga Sanitaria Infanto- Juvenil 

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